El camino de la vida es muy similar para cada uno de nosotros. Nacemos, crecemos y morimos. Pero hoy vamos a hacer una pausa en alguna etapa de nuestra vida, en aquel momento en que decidimos el camino para el resto de nuestra vida.
En ese momento de decisión, puede ser cuando decidimos casarnos, al elegir la universidad y la carrera a estudiar. Posiblemente también el momento de tener un hijo y, ¿por qué no? El día en que decidimos formar parte del equipo de fútbol del colegio.
Existen grandes momentos de decisiones importantes para nuestra vida donde decidimos el gran cambio y cuando decidimos cambiar nuestra vida y ponerla al servicio de Dios.
Dios nos invita cada día a seguirlo y se nos presenta en cada momento: en los compañeros de clase, en nuestros vecinos, en el empleado de la gasolinera, y en nuestra propia familia. Dios se nos presenta a diario y en cada momento. Nosotros somos los que no queremos ver y no queremos dar ese cambio que puede marcar nuestra vida.
Él nunca y de ninguna manera dice que será fácil, pero sí logra que tengamos lucidez para resolver más fácilmente nuestros problemas diarios. Esta vida está llena de problemas y dificultades. Somos muchos y variados y tenemos diferentes criterios y eso ocasiona opiniones diferentes. Dios nos da oportunidades para comprender lo que sucede en nuestra vida.
Digámosle sí a Dios y hagamos el propósito de tomar la decisión en que permitimos que Dios entre en nuestras vidas. Pidamos la fe necesaria para poder seguirlo. Habrá, sin duda, problemas y dificultades, pero son parte de la vida y cuando las ponemos en manos de Dios, las vemos diferentes. Quizá no lo sintamos, pero con fe, encontraremos el camino a la felicidad y a la paz con Dios.
Dios nos ama mucho. Démonos la oportunidad de aceptar ese amor y empecemos a caminar de la mano de Dios. Él avanza junto a nosotros. Démonos la oportunidad de aceptarlo y encontrarlo y empecemos a ser felices. Creo que es el momento de empezar y darle un Sí a Dios de corazón.