En esta época de reflexión cuaresmal se nos enseña que, tan grande es el amor de Dios por nosotros que nos entregó a su único hijo para que entendiéramos la salvación y así fuéramos perdonados por nuestros pecados.
Dentro de toda esta reflexión yo me pregunto ¿qué es mejor para nosotros y nuestras familias, el educarlas bien para que tengan una formación firme y digna de una sociedad actual, donde no caigan en adicciones o malos caminos, o dejarlos a su suerte? Algunas personas piensan que como en la escuela educan a los hijos, ellos tendrán tiempo para dedicarse únicamente a “sus cosas”, como salir a bailar con la pareja o amigos, a disfrutar de la vida, total, vida sólo hay una.
Yo tengo mucho que agradecer a mi mamá, ya que enviudó muy joven. Tenía apenas 40 años y aun así se dedicó a educar a sus 6 hijos y sacrificó toda una vida. Como todo ser humano, mi madre tendría ganas de divertirse, pero se sacrificó por darnos un buen ejemplo y una buena educación.
Tal vez varios de nosotros optamos por el camino fácil, pero cabe mencionar que nuestros hijos son el futuro de este mundo, y que ellos hablarán de lo bien o mal que los educamos, es más su propia vida será testigo de que tan buenos padres fuimos, y qué tanto nos preocupamos por su educación.
Mi consejo para los jóvenes es que recuerden que el día de mañana ellos también serán padres y sólo Dios sabe si sus hijos les reprochen la educación recibida.
Por mal que sientan las correcciones de sus padres, recuerden que no hay escuela para padres y ellos hacen lo mejor posible dentro de sus posibilidades. Escúchenlos, obedezcan y respétenlos, nunca les reprochen lo que ustedes creen que está mal; tal vez ellos lo ven de otra manera y piensan que es lo mejor para ustedes en ese momento. Dios les dio esa responsabilidad y estoy seguro que cada uno hace lo mejor posible.
¡Dios los bendiga y los llene del Espíritu Santo!