Por Carmen F. Aguinaco
Siempre que ocurre algo en el mundo, en Estados Unidos, o en la ciudad, en San Bernardino, California, se escucha una voz familiar llamando a la acción o a la oración. Es la del Obispo Gerald Barnes que, siempre atento a los signos de los tiempos, está convencido de que su vocación como cristiano y como líder de su iglesia es leer los acontecimientos en oración y actuar sobre ellos. Así lo dijo con ocasión de la ley de inmigración de Arizona, por ejemplo: “Nuestra responsabilidad como ciudadanos y católicos es hablar cuando las leyes no respeten la dignidad básica de cada persona humana… Sobre todo, creemos en el Evangelio y su claro llamado a extender la mano a los pobres y vulnerables entre nosotros, darles la bienvenida e insistir en que sus vidas sean tratadas con la dignidad y el respeto que Dios nos da a todos. No hay ninguna excepción a esta regla y no hay ningún precepto que esté por encima de ella.”
Una de las principales preocupaciones del obispo es la educación. Por experiencia sabe la importancia enorme que tiene para el pueblo hispano. Nacido en Phoenix, Arizona y criado en California, Barnes proviene de una familia de clase trabajadora. Su padre tenía una pequeña tienda de comestibles donde todos los hijos ayudaban. Los esposos Barnes fueron los primeros testigos de una fe en acción para sus hijos. Ayudaban a personas sin techo, los ayudaban si no sabían leer y escribir en todos sus arreglos burocráticos.
También inculcaron en él y en sus hermanos el interés por la educación: era su mamá quien los ayudaba con sus tareas escolares y su papá continuó su educación mientras trabajaba y mantenía a la familia. Barnes estudió en escuelas públicas y católicas de Los Ángeles, asistió a la Universidad estatal donde consiguió un Bachelor en Ciencias Políticas y luego entró en el seminario, donde profundizó en el desafío que se le presentaba de entregar a Dios y a su iglesia todos los dones que había recibido. Y no ha olvidado tal desafío.
Barnes fue nombrado obispo de San Bernardino, una de las diócesis de más rápido crecimiento, en 1995. La diócesis hoy sirve a un millón y medio de católicos. Bajo el liderazgo de Barnes, la diócesis ha adquirido una gran reputación por su promoción del liderazgo laico.
“Uno de mis objetivos”, dice el obispo, “ha sido afirmar los dones de las personas y proporcionar la formación y preparación necesaria para usar esos dones eficazmente. Otro éxito, también en proceso, es que las personas ven la diversidad como bendición. A pesar de los desafíos que implica esto, estamos en la dirección correcta…Y otro de mis sueños para la diócesis que ver a más laicos con preparación teológica y pastoral para trabajar con los sacerdotes en el cuidado de la diócesis”.
Su voz se escucha no sólo en su diócesis, sino a nivel nacional. Fue presidente del comité de Migración durante varios años y en la actualidad dirige el Subcomité de Obispos para Asuntos Hispanos.
¿Dónde recibiste la fe? ¿Cuáles son las lecciones más importantes que aprendiste? ¿De qué maneras te impulsa esa fe a la acción en tu mundo?